PREMIO DE NARRATIVA “MIGUEL DELIBES”, 2016 DE ESPAÑA
MI EXPERIENCIA INOLVIDABLE EN MÉXICO
Acabo de regresar a Tumbes, Perú, luego de participar en el Primer Congreso Universal de Poesía Hispanoamericana organizado por la Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas (SIPEA) en Tijuana, México y le agradezco a Dios por permitirme conocer y disfrutar de la bonhomía de amigos entrañables, que me han convencido que es posible vivir un mundo nuevo y soñar lo que otros no pueden, sobre la base de una amistad, fraternidad e integridad que no la doblegue ni el odio, ni la hipocresía, ni la fatalidad, ni la desesperanza.
Conocer al maestro Manuel S. Leyva Martínez, Asesor Vitalicio de SIPEA, es más que una cuestión meramente coyuntural, una bendición. Hombre de gran serenidad y sapiencia, me abrió sus brazos cuando más lo necesitaba – como lo hizo a iniciativa de su hija Elizabeth, la poeta mexicana Adriana Barba Ávila quien generosamente me alojó en su hermosa casa de Tijuana – y pude ver en el iris de su ojos tristes la grandeza de su alma de poeta insobornable. Leer su Antología “Sendero Intemporal”, que contiene los poemas más representativos de sus libros “Horizonte de laureles”, “Florilegio íntimo”, “Búcaro sentimental”, “Cercanía y Horizonte” y “Romances biográficos”, fue un deleite. Escuchar su voz pausada una ocasión para la más hermosa premonición. Y supe que estaba al frente de un hombre cabal, de un intelectual de primera, que honra al país de Benito Juárez y a todo el Continente. Cuando escuché un poema suyo hecho a la “matahombre” recitado con gran dignidad por la poeta Blanca Estela Reina Aguirre, me quedé extasiado y pude saber por qué lo amaban tanto y cuál era el secreto de su éxito como aeda y escritor. Por eso su gesto de respaldar mi postulación al Premio de Literatura “Miguel de Cervantes” de España, si bien me conmovió, no me sorprendió. Y me conmovió pues él seguramente podría ser mejor candidato que yo a esa importante presea. Pero no me sorprendió porque pude comprobar que a él no lo azuzan las mezquindades ni las envidias, que a veces se dan como semillas del mal – que deben erradicarse - en el mundo intelectual.
Debo mencionar con gran sentimiento, mi agradecimiento por lo que hicieron por mi para sentirme como en casa los poetas Adriana Barba Avila, Elizabeth Leyva Rivera, María Oralia Rodríguez Gonzalez y su esposo Jaime, mi gran amigo Carlos Valenzuela Quintanar de Hermosillo, América del Rìo, Reyna Migdelina Ochoa, Isabel Cristina Murrieta López (mejicana con “j” de jodido), Luis Torres Cañez, Guillermina López López, Alma Rosa Memije Serra, Clara Luz Montoya Lagarda, Edmundo Jaimes Martínez, Edwin Alvarez, Ana Edith Tequextle Paque, Mariana Guevara, Jaime García Tenorio, Rosa Martha Muñuzuri, Salvador Pliego y René Arriaga Del Castillo. Y entre los extranjeros Carmen Rojas Larrazabal (Venezuela),que bailó conmigo diez merengues de epopeya e igual número de salsas inmortales, Ady Yagur (Israel) a quien sentí como un hombre cabal y un gran amigo; Bella Clara Ventura, que para enderezar el mundo, se paró de cabeza en la entrada del Hotel Camino Real” y nos contagió de su alegría sempiterna y su talento, la cada día más grandiosa poeta argentinaMaría Inés Grivarello Ottado, el joven poeta Jairo Gerak Millalonco Velásquez de Chile, que resultó el más popular de la jornada; Lionel Hernández del mismo país al que bauticé como “el magnífico” por su iluminada humildad; la siempre bella Dinair Leite(Brasil) y a ese gran Señor, excelente bailaor y poeta colombiano que es Héctor José Corredor Cuervo. Una mención especial merece Pablo Alejo López Núñez, Presidente Municipal del Gobierno Ensenada, que nos recibió en su Palacio y Martha Alicia Qui que nos acogió en su hermosa casa.
Luego de mi estancia en Tijuana, estuve una semana en México DF en donde a instancias fraternísimas primero de la venezonalísima Milagritos Hernández Chiliberti, que movió cielo y montaña para que me reciban, y luego del abuelo y gran poetaAntonio Oxte y de mi amigo José Juan del Villar, me recibió como un hermano el mejor Contador Público del país, Porfirio Bonilla Arauz, quien sin siquiera conocerme me hizo sentir como en mi propia tierra, acreditando el prestigio que como grandes anfitriones tienen los mejicanos. Amigo de primera, como esos que ya no hay, Porfirio tuvo gestos generosos increíbles que jamás olvidaré y que agradezco de todo corazón. Sensible, bonachón, dichirichero, se encontró conmigo a la hora del albur y recorriendo las ruinas de Teotihuacán forjamos alianza de amistad inacabable, como también la hicimos en su rancho, más allá de Cuernavaca y en su propia casa de México con el empresario Rafael Hernández Peña. Y yo que hablo como mejicano (con “j”, como diría Cristina Murrieta) y pienso y gozo como mexicano sentí en ese país, que Dios existe.
Gracias por todo, amigos del alma. Que el Gran Yo Soy bendiga a México y a su buena gente.
Carlos Garrido Chalén
Presidente Ejecutivo Fundador de la UHE
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Gracias mi querido hermano, por el honor que me significa el ver escritas por ti, las letras de mi nombre como mención a un grato recuerdo.
Luis Torres Cañez Tu hermano mexicano.
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POETA CARLOS GARRIDO CHALÉN
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